Tuesday, September 25, 2007

Cuatrilogía. 3ª parte. Brother's Flying Away

Cuando me llamó, apenas podía expresarse por la excitación. A Canadá. A realizar uno de los trabajos que más le podía gustar en la vida; uno de esos que, en nuestra infancia, soñábamos con que existieran algún día. Todo limpio, todo en orden, sin trampa ni cartón. No lo pensó ni un minuto. Los escasos días de lapso entre la oferta y su incorporación los pasó liquidando y cerrando cuentas de una vida que durante más tiempo del psíquicamente recomendable lo ha mantenido atornillado a un lugar y a unas circunstancias que aceptó con valentía y honor pero que no eran plato de su gusto. Probablemente, del de nadie.

Sobra decir que la nostalgia también se me asomó al corazón tras escuchar sus palabras, pero esa lagrimita de mi interior se disolvió en el mar de júbilo que sentí por empatía. Lo único que pude decir en su momento es lo mismo que le dije antes de subirse al avión y exáctamente lo mismo que puedo decir hoy, semanas después, tras conocer lo maravillosamente que le van las cosas: ENHORABUENA, HERMANO. TE LO MERECES.

Cuánto lo echo de menos no es nada comparado con la felicidad que siento porque él, al fin, esté bien. Esa es mi forma de querer. Y lo quiero muchísimo.


Vaya, me parece que este año, Dios y dinero mediante, tocan vacaciones en Canadá.
Mentiría si dijese que no me gusta la idea ;)

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